Desde que el Papa Francisco inició su pontificado se ha dirigido a los obispos para exhortarlos a vivir su vocación, cada día más, como verdaderos pastores, como el Buen Pastor, Jesucristo. Dice el Papa: “De los labios de la Iglesia se recogerá en cada época y en cada lugar la petición: ¡danos un obispo! El pueblo santo de Dios sigue hablando: necesitamos uno que nos custodie desde lo alto; necesitamos uno que nos mire con la amplitud del corazón de Dios; no necesitamos un manager, un administrador delegado de una empresa, y tampoco uno que esté al nivel de nuestra poca cosa o pequeñas pretensiones. Necesitamos uno que sepa elevarse a la altura de la mirada de Dios sobre nosotros para guiarnos hacia él. Sólo en la mirada de Dios está el futuro para nosotros. Necesitamos a alguien que, conociendo la amplitud del campo de Dios más que el propio estrecho jardín, nos garantice que aquello a lo que aspira nuestro corazón no es una vana promesa”.