Hay muchas ofertas sobre Dios, y en su mayoría asumen el formato de la mercancía. Aquí se busca un Dios más allá del mercado. El Dios que aquí se presenta es un Dios que acompaña, que pide andar con él, como él viene con nosotros. Y cuando nos damos a él, nos pide hacer con los demás lo mismo que él hace con nosotros. Así pues, el punto de partida lo constituye la salvación que Dios aporta con su presencia; y el punto de llegada, la salvación que estamos llamados a ofrecer en nuestro mundo como sus enviados.