En sus principios, el cristianismo fue considerado por sus coetáneos paganos una innovación social con sumo peligoro. La crítica de ciertos miembros de la cúpula cultural, su temor a que la nueva superstición cambiara profundamente su estilo de vida, deja traslucir que aquellas prácticas y valores se extendían también entre los grupos con mayor influencia.
Sin embargo, a quienes se adherían en una comunidad cristiana esto les ocasionaba numerosas problemas: oposición familiar, indiferencia social y hasta persecución política. Así, ¿qué encontraban en dichas comunidades para que mereciera la pena soportar tales inconvenientes?