Cristiandad reedita este clásico escrito en 1925 por el genial escritor inglés, con la novedad de incorporar un prólogo de Juan Manuel de Prada. Éste define a El hombre eterno como pináculo con el que culmina la experiencia que llevó a Chesterton a la conversión al catolicismo. Un periplo iniciado a partir de la curiosidad respecto a una institución a la que todos criticaban, y cuya doctrina y realidad sin embargo resistía a los tópicos. Un periplo si se quiere lógico, pues de Chesterton puede decirse algo semejante: que su obra resiste al paso del tiempo porque está construida sobre el sentido común, y no sobre la imaginación, a lomos de la cual, ayer y hoy, triunfan los escritores de éxito efímero