Desde su publicación hasta hoy, lectores y estudiosos han considerado las Confesiones como uno de los clásicos más importantes de la espiritualidad occidental. Es decir, han visto en ellas un exponente autorizado y fidedigno de cómo los cristianos de cultura principalmente mediterránea, y luego centroeuropea, han entendido y llevado a la práctica la repercusión e su credo en la vida. Agustín escribió las Confesiones unos diez años después de haberse hecho cristiano, y para ello seleccionó los acontecimientos y razones que lo llevaron a dar ese paso. De los trece libros de que consta su autobiografía, dedica los nueve primeros a confesar los motivos por los que se hizo cristiano, e invita a sus lectores a tomar o reafirmar idéntica decisión. En el libro décimo confiesa las dificultades y luchas internas que tuvo que afrontar para llegar a ser un cristiano cabal, sin lograrlo definitivamente nunca, lo que constituye un estímulo para quienes quieren llegar también a serlo. Y, finalmente, en su confesión tercera, ofrece Agustín no solo sus conocimientos de interpretación bíblica, sino que invita a cada lector y comunidad cristianos a realizarla con los ojos puestos en la situación social, religiosa y existencial en que se encuentra.