La carrera teológica del cardenal estadounidense Avery Dulles abarca uno de los períodos más creativos pero también más confusos de la historia de la Iglesia católica. Tal como recoge en El oficio de la teología, los años que siguieron al Concilio Vaticano II fueron años turbulentos para la Iglesia, en los que obispos, teólogos y católicos en general intentaron aplicar e implementar las enseñanzas conciliares. En este proceso, las diversas escuelas teológicas emprendieron caminos distintos y a menudo contradictorios que resultaron en una pérdida de coherencia de la teología católica.