Para Atilano Alaiz, María es, ante todo, la que evidencia el Evangelio: una mujer fuerte, fiel, co-munitaria, madre y seguidora del Crucificado, que apuesta por el Reino de Dios y por la Causa de su Hijo. También es la madre de los cristianos, regalo de Jesús, toda ternura y discreción. Si para su propio Hijo es una mujer grande y admirable, no lo es tanto por haberle gestado y amamantado maternalmente, sino “porque escuchó la Palabra de Dios y la puso en práctica” (Lc 11,27). Las reflexiones que se desarrollan sobre María a lo largo de este libro están basadas en los relatos del Nuevo Testamento, así como en textos del concilio Vaticano II y de la Tradición de la Iglesia.