Cada vez es mayor nuestra necesidad de tomar decisiones, y cada vez menor nuestra capacidad de hacerlo. Sin embargo, como cristianos, nos vemos a diario ante la necesidad de elegir y de buscar la voluntad de Dios para mejor servirle a El y a los hombres. Y ello no sólo a nivel personal, sino también a nivel grupal o comunitario. Hemos de analizar en común las situaciones, hacer acopio de datos y prever las consecuencias de nuestras eventuales decisiones. La asistencia del Espíritu Santo no significa que vaya a proporcionarnos las respuestas o las soluciones ya hechas.