Por más que se hable hoy de los derechos humanos, la retórica va muy por delante de la realidad, y los humillados y ofendidos siguen siendo incontables. En una descripción muchas veces citada, el Documento de Puebla fue recordando sus rostros: niños golpeados por la pobreza antes de nacer, jóvenes desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad... Son "rostros muy concretos, en los cuales los creyentes deberíamos reconocer los rasgos suficientes de Cristo, el Señor".
Por más que se hable hoy de los derechos humanos, la retórica va muy por delante de la realidad, y los humillados y ofendidos siguen siendo incontables. En una descripción muchas veces citada, el Documento de Puebla fue recordando sus rostros: niños golpeados por la pobreza antes de nacer, jovenes desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad... Son "rostros muy concretos, en los cuales los creyentes deberíamos reconocer los rasgos suficientes de Cristo, el Señor". No hace falta demasiada imaginación para ver en esos rostros el de Cristo, puesto que Él mismo vio pisoteada su dignidad humana: fue detenido por predicar un mensaje religioso: el juicio ante el tribunal judío fue una farsa: lo acusaron testigos falsos: lo torturaron sin piedad: y, por fin, le quitaron la vida de un modo infamante. En la pasión de Jesús quedaron violados todos los derechos humanos. Hay muchas obras sobre los derechos, pero la mayoría de ellas se limitan a una reflexión genérica sobre los mismos, o bien estudian uno u