Uno de los sueños más antiguos de la humanidad es que todos los habitantes de la Casa Común que es la Tierra puedan un día sentarse juntos a la misma mesa y celebrar la alegría de comer y beber juntos los frutos de la Tierra y de su propio trabajo. Sería el inicio del Reino de la Paz perpetua. Pero no habrá paz en el mundo mientras haya estómagos vacíos, falta de solidaridad y de compasión para con los más necesitados.
Este libro –tercero y último de una serie en la que se intenta presentar las virtudes básicas para “otro mundo posible”: la hospitalidad, la convivencia, el respeto, la tolerancia y la comensalidad– aborda esta última como un derecho y un deber de todos, aún por descubrir y ser practicado incondicionalmente.