Este libro muestra convincentemente que esas ocho «locuras» de Cristo son verdaderamente el camino que conduce a una vida lograda o, como dice el subtítulo, una contracultura que humaniza.
Las bienaventuranzas son la carta magna del cristianismo. Casi todos las admiran, aunque no todos las entienden y muy pocos las viven. Por eso son necesarios comentarios como este, que une la fidelidad al texto bíblico con la sensibilidad hacia el mundo actual; y la amplitud de perspectivas con la brevedad. En cuanto al lenguaje, tal como nos tiene acostumbrados el autor, es claro –también para quienes no tienen especiales conocimientos teológicos– e incluso ameno, pero sin sacrificar por eso la riqueza de los contenidos ni la profundidad.