Tras la celebración del Concilio Vaticano II, la antropología y la teología de los diversos ministerios han incidido en el papel irremplazable de cada bautizado en la Iglesia. A su luz ha de contemplarse además el diaconado, cuya renovación encuentra opciones inesperadas en la valiosa tradición de las Iglesias de Oriente.
Partiendo de las fuentes bíblicas, y apoyándose fundamentalmente en la tradición aramea que respiró Jesucristo, este original estudio quiere mostrar que el diaconado desempeña actualmente en la Iglesia el antiguo ministerio de los levitas, al centrarse en la transmisión del Evangelio por medio de la enseñanza y la catequización de los fieles.
Se trata, en definitiva, de comprender que ningún ministerio puede reducirse a la función que tiene estipulada dentro de la celebración litúrgica y que una de sus labores más significativas consiste en acompañar a la comunidad creyente en medio de la complicada y plural sociedad de hoy en día.