Al difundirse la capacidad de leer y escribir entre la población, se democratizó un instrumento que es determinante en la educación. Los usos y tipos de lectura se han diferenciado y, paralelamente, se han multiplicado las situaciones en que leemos.
La evolución de la lectoescritura ha participado activamente en la creación de los lectores actuales, y la escolarización ha sido esencial en ello. La continuidad de esta tarea implica asegurar que las instituciones educativas cumplen su papel en este proceso, dado que la cultura escrita es uno de los recursos indispensables de los que se valen las políticas culturales. Asimismo, es preciso considerar el importante lugar que juega aquí la familia.
Este libro versa sobre la lectoescritura como una práctica social y cultural. Nos explica por qué se ha leído y por qué merece la pena seguir haciéndolo.