La pastoral vocacional es cosa de todos en la Iglesia, aunque unas pocas personas están más empeñadas directamente en esta imprescindible labor. No son héroes, sino personas que, llenas de ilusión y esperanza, en nombre de la comunidad cristiana, trabajan
con los jóvenes proponiéndoles descubrir qué es lo que el Señor quiere para sus vidas. No es un empeño fácil ni habitualmente acompañado por el éxito inmediato.