En diversas ocasiones el Papa Francisco ha propuesto tanto a los cristianos como a toda la humanidad una "revolución de ternura". Está convencido de que la fuerza de la fe alcanza las periferias del mundo "por atracción": la atracción del amor vivido de modo sacrificado, universal, transparente y alegre. A partir de estas palabras se comprende la importancia, especialmente en los futuros sacerdotes, de aprender a amar de modo maduro, y de enseñar a los demás a amar. La virtud de la castidad es una condición necesaria para este servicio a los hombres, pues es "signo de la pureza en las relaciones y en el don de sí mismos", como dice la reciente Ratio sobre la formación sacerdotal (n. 21).
En febrero de 2018 el Centro de Formación Sacerdotal de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (Roma) organizó la V Semana de Estudio para Formadores de Seminarios, con el título Enseñar y aprender a amar. La afectividad humana y la castidad cristiana. Este encuentro, al que asistieron sacerdotes provenientes de 17 países, sirvió para una reflexión multidisciplinar (teológica, filosófica, pastoral y psicológica) sobre los distintos aspectos de la formación de la afectividad en los candidatos al sacerdocio. En las conferencias y en el intercambio de experiencias entre los participantes surgieron ideas útiles para presentar esta virtud de una manera más alegre, integrada, lleno de significado, paternal y apostólicamente eficaz a los candidatos al sacerdocio y a los sacerdotes y, por exte