Sólo podrán entender este libro aquellos espíritus que, dentro del mundo científico-técnico de la modernidad, viven de otro espíritu que les permite ver más allá de cualquier paisaje y llegar más allá de cualquier horizonte. Este espíritu vive hoy en el sustrato de nuestra experiencia cultural. Es como un río subterráneo que alimenta las fuentes, y éstas los ríos de la superficie. No lo vemos, pero es lo más importante, porque homínida las cosas, humaniza las relaciones con ellas, y detecta el sentido oculto que en ellas está inscrito.áEl ser humano no es solamente manipulador de su mundo; también es capaz de leer el mensaje que el mundo lleva en sí mismo. Este mensaje está escrito en todas las cosas. Los antiguos y modernos semiólogos nos han hecho saber que las cosas, además de ser tales, constituyen un sistema de signos. Son sílabas de un gran alfabeto que está al servicio de un mensaje inscrito en las cosas y que puede ser descrito y descifrado por quien mantiene los ojos abiertos.áCon este libro el autor intenta despertar la dimensión sacramental de nuestra vida adormecida y profanada. Despiertos, podemos celebrar la presencia misteriosa y concreta de la gracia que habita en nuestro mundo. Dios ha estado allí siempre, antes que hubiésemos despertado. Ahora que estamos despiertos, podemos ver cómo el mundo es sacramento de Dios. Quien entiende Los sacramentos de la vida, está muy cerca, o mejor dicho, ya está dentro de la vida de los sacramentos.