El estudio de Gisela Konopka, realizado con un grupo de jóvenes con comportamientos delictivos, bajo observación de la Comisión de Defensa de la Juventud (Youth Conservation Commission), se considera de gran importancia y está lejos de haber caducado. En forma clara, Konopka describe la casi completa, ausencia de un programa de recreación y trabajo en un contexto que exige un programa realmente activo. El grupo de jóvenes con el cual la autora trabajó estaba definido como delictivo y sus integrantes esperaban la decisión definitiva de un grupo de examinadores. Estos adolescentes eran, en su mayoría, un grupo de jóvenes enérgicos, agresivos e inquietos. Además, habían cometido delitos contra la sociedad y, por ello, se sentían perturbados, culpables o provocadores. Sin un programa, las tensiones en el seno del grupo fácilmente ascienden a un alto nivel, evidenciando un incremento de sentimientos y reacciones contra la sociedad. Por lo tanto, no resulta sorprendente que la introducción de un programa de terapia de grupo con estos adolescentes contara con una tan ansiada aceptación. La descripción de la autora