«Utopía», «Reino de Dios» y «ternura» no son tres conceptos relacionados entre sí, sino tres formas entremezcladas de decir lo mismo: únicamente el amor salva. Si me siento amado por un amor que llena mi ser, ¿qué otra salvación puedo anhelar? Si amo al mundo en que vivo y a todos los seres que lo ocupan con un amor de solidaridad, servicio y admiración, ¿qué más necesito para ser agente gozoso del Reino prometido? El que así ama y así es amado, comprometido con la misma labor que Dios realiza en el mundo, no tardará en darse cuenta de que el tiempo, nuestro tiempo humano, está lleno de eternidad.