Perdonar las injurias es, probablemente, la obra de misericordia más difícil de llevar a la práctica a causa de nuestra tendencia natural al rencor, el resentimiento y la venganza.
Sin embargo, las ofensas que no se perdonan de corazón, sino que se guardan en él, acaban por irse adueñando de nuestra existencia y la llenan de amargura y odio.
Pero el perdón de corazón, el perdón bíblico, nos libera al hacernos capaces de mirar al otro sin juzgarlo negativamente, acogiéndolo y respetándolo tal y como es. Cada vez que perdonamos, nuestro corazón se pacifica.
Nuria Calduch-Benages nació en Barcelona, España, en 1957. Pertenece a la congregación de las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret desde 1978. Licenciada en Filología anglo-germánica por la Univ. Autónoma de Bellaterra (Barcelona) y Doctora en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, en la actualidad, es profesora de Antiguo Testamento en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y consultora del centro "Cardenal Bea" para los estudios judíos. En 2014 fue nombrada miembro de la Pontificia Comisión Bíblica.
Claves
- "Las ofensas duelen y por eso nos cuesta perdonarlas, pero si las retenemos, se irán adueñando poco a poco de nuestra exis¬tencia y, sin darnos cuenta, quedaremos vulnerados por la amargura y el odio".
- "Los escritos del Nuevo Testamento presentan el perdón como un don gratuito de Dios. Sin embargo, para obtenerlo se requiere una condición indispensable: perdo